21.12.10

En primera persona. II

"No puede ser, no puede ser, no puede ser..."- pienso para mis adentros a la par que mi corazón late desvocado y mi subconsciente grita un "¡te lo dije!, ¡te dije que vendría!"

Está ahí, frente a mi, con ese pelo tan liso tapando sus verdes ojos, esa melenita que le llega hasta los hombros y las manos dentro de los bolsillos. Lleva una camiseta verde, unos vaqueros rectos y unas zapatillas negras y verdes. ¡Espera! No es una camiseta cualquiera, ¡es la que le regalé! Y esas zapatillas son las que le dije que me gustaban para él. Está tan guapo...

De repente me tiro encima de él y empiezo a golpear mis puños contra su pecho gritándole:

"¡¡Tonto, tonto, más que tonto!! ¡Te odio por haberme hecho esperar tanto!"- pero de pronto la rabia que había en mi se desvanece, no queda ni rencor ni odio ni nada. Me echo hacia atrás con la mirada hacia el suelo sin saber qué hacer.

Él está ahí, impasible, en la misma posición que antes de que hiciera nada, mirándome fijamente sin decir nada, tan solo observando cómo reacciono.


Yo solo quiero besarle, abrazarle, quedarme colgada de su mirada, yacer entre sus brazos y sonreír de pura felicidad. Felicidad... hacía tanto que no pensaba en esa palabra. Estoy quieta, inmóvil, petrificada delante de él sin expresión alguna, sin saber qué decir ni qué hacer, no sé cómo reaccionar y eso que había soñado mil situaciones para ese preciso momento. De pronto vuelvo a caer entre sus brazos, le abrazo lo más fuerte que puedo rodeando con mis manos su cintura, apoyo mi cabeza sobre su hombro y por más que intento no llorar rompo en lágrimas. Me siento frágil como una muñequita de porcelana, débil y desprotegida. No hay ninguna muralla alrededor de mi corazón, no hay barreras, solo escombros de lo que creía que era una sólida construcción.

"No te vuelvas a ir, no me dejes otra vez, no te vayas de nuevo" - digo entre sollozos - "Por favor, no me dejes, te quiero, te quiero tanto..."

Él, sorprendido por mi reacción, me abraza muy fuerte, pone su cabeza sobre la mía y besa mi pelo.
"Tranquila cariño" -me dice con esa voz tan angelical que ponía al hablar conmigo- "lo siento, no tendría que haberme ido pero siempre supe que volveríamos a vernos, venga, no llores tonta."

Me separa lentamente de él, coje mi mentón con su mano, levanta suavemente mi cabeza y agacha la suya para juntar sus labios con los mios. Es lo más dulce que he sentido en mucho tiempo, bebo de ese beso, me dejo llevar y una sensación maravillosa recorre cada parte de mi cuerpo. Me siento feliz, siento como si no existiese nada a mi alrededor, como si el suelo debajo de mis pies se hubiese desvanecido. No existe nada más que nosotros dos. Las lágrimas siguen brotando de mis ojos, no puedo parar. Necesitaba sentirle tan cerca, verle, escucharle, tocarle, olerle...

0 Opinion(es):

Publicar un comentario