5.3.11

(Des)espera.

Suena el móvil, el sonido de su canción favorita, con vagos tanteos Megumi coge el móvil y le da a una tecla cualquiera para que se calle. Se estira, con los ojos aun cerrados, se da la vuelta, bosteza y se frota los ojos. Vuelve a coger el móvil y mira la hora. Son las 8.30 de la mañana.

Media horita más y me levanto- piensa ella. Cambia la alarma, se da media vuelta y queda dormida en cuestión de segundos. Como si no hubiese pasado ni un minuto Megumi se despierta de nuevo por la alarma del móvil, lo apaga, se frota los ojos y se sienta en el colchón con los hombros caídos. Saca las piernas de las sábanas. Mira el suelo en busca de las zapatillas pero casi no puede ni abrir los ojos. Baja de la parte de abajo de la litera y mecánicamente sale de la habitación, cruza el pasillo y entra en la primera habitación de la casa y dice en voz alta en medio de un bostezo:

Buenos días gandulin. - sonríe y se acerca a la cama. Pero entonces cae en la cuenta de que ya no hay nadie a quien darle los buenos días. Abre bien los ojos y mira hacia el lecho vacío y su sonrisa cae bruscamente. Otra vez ese vacío. Se sienta sobre el colchón y pasa el brazo sobre la colcha de la cama hecha. Coge un peluche que descansa sobre la almohada y lo abraza mientras mira por la ventana y retiene en su interior las lágrimas que luchan por salir. Se le cae el mundo encima de nuevo. Ansiedad.

Tras una semana de acostumbrarse ya no está, ahora está lejos. Durmiendo en otro lecho, apartado del suyo. Hasta dentro de unos meses no volverá, meses de espera para volver a acostumbrarse a la rutina antes de dormir, el camino de habitación a habitación por las mañanas. Hasta dentro de unos meses no tendrá que despertar a nadie que no se querrá levantar, que la agarrará por la cintura y la atraerá hacia la cama para achucharla entre sus brazos mientras le pide unos minutos de prórroga disfrutando de su abrazo.

Nadie le dará mil besos de buenas noches, de buenos días, besos porque sí, "besos de porque me da la gana"-como él los llama-. Ya, hasta dentro de unos meses, no volverá a tener a alguien que la abrace por la espalda mientras le susurra al oído te quiero decorados con palabras bonitas. Unos meses que van a ser eternos pero que tendrán una gran recompensa, volverle a tener entre sus brazos, entrelazar sus manos, beber de sus besos y volar con sus palabras. Unos meses... solo unos meses...

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