11.5.11

Día de playa I

Era una bonita mañana de Julio y por ello Megumi y Kein habían decidido ir a dar un paseo por la ciudad para ir a parar a la playa sobre la hora de comer. Iban de la mano, sin prisa, como cada día que salían juntos. Disfrutaban al máximo de cada momento, era una promesa que se habían hecho al poco de estar juntos en aquella nueva relación. Estaban enfrascados en una de esas divertidas conversaciones sin sentido que no llevan a ningún sitio, en las que una cosa lleva a la otra y nunca recuerdas cómo empezó todo.

Megumi llevaba una graciosa pamela que le tapaba del sol, su bikini favorito, una camiseta de cuello de barco estilo marinero y unos vaqueros cortitos que dejaban ver sus largas y blancas piernas. Kein llevaba puesta una camiseta de manga corta azul marino y un bañador estilo pantalón por la rodilla, negro, que le había regalado Megumi un par de meses atrás para asegurarse de que cuando hiciera buen tiempo irían a la playa algún día. Así era ella, solía dejar caer las cosas sin palabras y eso le hacía gracia a Kein, era una de las mil cosas que le gustaban de ella, como siempre le decía llamándola pequeña mientras le daba con el índice en la nariz y sonreía al ver a Megumi arrugarla. Además, ambos llevaban chanclas, algo extraño en cualquiera de los dos, pero se habían propuesto que aunque fuera por un día irían como la típica pareja. También por eso, Kein cargaba a la espalda una mochila con una neverita dentro para los refrescos y la comida, con las dos toallas colgadas en los tirantes de ésta. Llevaban nada más que lo necesario para no tener que preocuparse de si les podían robar algo. Poco dinero, cámara sumergible y las llaves enganchadas en uno de los bolsillos internos del bañador de Kein, estaba todo pensado. Sería un día perfecto.

Iban jugando, haciéndose cosquillas, riéndose alegremente de una de las tonterías que les había hecho gracia de aquella película que vieron unos días atrás. Estaban pasando por delante de una tienda bastante grande, de esas rodeadas con ventanales de cristal y puertas correderas automáticas cuando, de pronto, sonó un estruendo detrás de otro, los cristales del ventanal que daba hacia ellos se hizo añicos y antes de que pudieran reaccionar siquiera, Kein calló desplomado justo al lado de Megumi. Ésta comenzó a gritar, a pedir auxilio con todas sus fuerzas, se puso de rodillas con los brazos en el aire al lado de él mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. "No, no, no, no, no puede ser, no...", repetía dentro de su cabeza. Movía los brazos en acciones incompletas, no sabía si moverle o dejarle quieto.

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